
Recuerdo que la última película que vi en el cine siendo un hombre pegado a unas gafas bicolores fue “Bolt” y más bien el cartón sólo era necesario para la escena del comienzo, para el resto sobraban y más bien hasta molestaban pues no aportaban nada a la trama y para los que sufrimos de astigmatismo, hipermetropía, o alguna otra afección ocular, nos mataban los ojos, que nos pedían Vispring a la salida. Antes ya había visto una tontería de esas de “Spy Kids” y acabé igual de dolorido, y ahora mismo no se me quita la gusa de ir a ver “Monstruos Vs Alienígenas”.

Al parecer antes la crisis el cine en 3D resulta más que rentable y por eso se afianza aún más su dirección hacia el cine del futuro. En 2008 las películas en 3D generaron en su conjunto más ingresos en su primer fin de semana que los convencionales, y, se espera que este tipo de cine recaude en taquilla en 2009 más de 1.000 millones.
Nos preguntamos entonces si, como toda apología fuera del hogar, esta nueva tecnología acabará también en nuestras casas, y acabaremos adoptándola como animal de compañía, haciéndose imposible pensar ver una película sin vestir esas gafas que, por supuesto, irán cambiando de modelo, aumentando en prestaciones (me imagino algún que otro botón en las patillas que nos permita rebobinar y avanzar la película a nuestro antojo). Sería modernísimo, lo más de lo más, pero también pienso que quizá sería algo de lo más inútil. De momento, por ejemplo, sin contar toda la invasión de cine en 3D que nos va a llegar, recordemos que Sony tenía previsto este año dotar a su consola de la posibilidad de trabajar con vídeos y juegos en 3D, un paso más hacia la utopía.
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