miércoles, 12 de agosto de 2009

MÚSICA EN EL CINE: Erik Satie (II)

Es 1924, Erik Satie tiene 58 años (hacen ya más de treinta que compuso sus famosas Gymnopèdies, denominadas así porque ser el nombre de una danza sagrada que en la antigua Esparta ejecutaban niños desnudos, y las Sarabandes (por las que ahora recuerdo la magnífica última película de Ingmar Bergman, “Saraband”, como aquellas partes de la composición interpretadas a dúo) y poco más de uno le queda de vida, consumido por el alcohol, y por una locura evidente, que le llevó por ejemplo a recortar más de cuatro mil rectángulos de papel, minúsculos, escribiendo en cada uno de ellos sobre paisajes de otro mundo, miles de greguerías, frases inconexas que hablaban de otras religiones y resquicios de instrumentos aún no inventados; al menos esto fue lo que encontraron sus amigos, al entrar, una vez muerto Satie y por primera vez en treinta años, en su habitación de Arcueil.

En ausencia consciente de racord, o continuidad cinematográfica, se forma la obra “Entreacto” del vanguardista René Clair, que pide colaboración en ese año del decadente Satie para la composición de la música en la filmación. Además, esta colaboración supone que Satie aparezca al comienzo, durante unos minutos, surgiendo así la única filmación en movimiento que parece existir del compositor.

De una clara raíz dadaísta (movimiento antiarte que surge en Zúrich en 1916 iniciado contra toda convicción literaria), “Entreacto” mezcla las escenas de modo inconexo, sin ningún hilo argumental aparente, del que se encarga el dadaísta Picabia (que aparece acompañando a Satie al comienzo de la película, junto a un cañón). La filmación en principio es destinada a ser proyectado en el entreacto de los vallets suecos en el Théâtre des Champs- Elysées en Paris, y acaba contando con Man Ray y Duchamp como actores jugando al ajedrez.

“Entreacto”, de tan sólo 22 minutos, crea en sus pases una gran revolución que choca con los artistas más conservadores, afianzando Clair su carrera notoria frente a la intelectualidad revolucionaria, parisina, del momento. Realiza después varias películas bajo el mismo patrón satírico y tragicómico pero no es hasta su primer film sonoro “Bajos los techos de París” seis años más tarde, cuando alcanzará reconocimiento internacional.

domingo, 9 de agosto de 2009

MÚSICA EN EL CINE: Erik Satie

Desde Montmartre me llega la suave senda de melodía que lleva a los momentos de olvido, famosos por desesperar las horas que no avanzan y los minutos que no llegan a ser segundos. Las escaleras que conducen a su casa, las paredes de su calle impregnadas de imaginaria sabiduría, que recubren con cal las notas inventadas de ingenio, las noches en vela intentando llegar a la orilla, tan sólo, todas ellas, y no por tanto, presas de su autoría, hacen imaginar la historia, lenta y dolorosa, y triste, y grave, de un hombre que nunca tuvo dedos para su piano, y que murió preso de melancolía. Un absurdo teatro, de carisma asexuado, no demasiado grande y siempre a medio camino, su vida.

Su música en el cine (Orson Welles, Terrence Malick, Carlos Saura, Louis Malle…):
- Los herederos, 1998.
- Corina, Corina, 1994.
- Mi cena con André, 1981.
- Elisa, vida mía, 1976.
- Malas tierras, 1973.
- Una historia inmorta,l 1966
- El fuego fatuo, 1963

Biografía:
http://es.wikipedia.org/wiki/Erik_Satie

Un artículo interesante:
http://elcuervolopez.blogspot.com/2009/02/erik-satie-ciclo-los-compositores-desde.html

Una curiosidad: Satie, en una escena de Entreacto