martes, 20 de julio de 2010

OTRO CINE EN TELEVISIÓN: Buda explotó por vergüenza

buda explotó por vergüenza talibán afganistan irán Nikbakht Noruz Hana Makhmalbaf Hay ciertas miradas comprensiblemente ruinosas acerca de la vívida luz de la infancia, aquellas que osan manipular sus destellos, y hay también otras miradas que se limitan a observar como estos caen simplemente sin alterarlos. Así, como esta última, es la hermosa visión de la joven directora iraní Hana Makhmalbaf a la hora de rodar, con tan sólo 18 años, “Buda explotó por vergüenza”.

Hasta ahora no había podido comprobar como la nueva ley del cine metía sus directrices en la boca del lobo de la televisión, y ayer, en la 2 de televisión española, tuve la oportunidad de verlo. Estaba a punto de tirar de alguna película de la minifilmoteca de mi salón, cuando, dando gusto al último bocado de la cena, anunciaron “Buda explotó por vergüenza” en la televisión. No me lo podía creer, iba a ver una marcianada, de esas que pasan por puntillas hasta por la cartelera de Madrid, por televisión, sin pagar nada (vamos a ser ingenuos), tumbadito en mi sofá y lo mejor, sin cortes publicitarios; eso sí, me pasé los 80 minutos que dura la película rezando porque nadie llamara ya que no podría tirar del botón de “pause”.

Y lo que vi fue una película de terror, sí, sí, no pasé tanto miedo desde que vi a solas (o fue con mi hermano?) “The Ring” de Hideo Nakata, a solas en mi casa; y en esto, la escena en la que (spoiler) unos niños, poseídos en algunos momentos por bárbaros norteamericanos y en otros por terroristas talibanes, amenazan a la inocente y dulce niña protagonista, con lapidarla es una de las más salvajemente tensas que he visto nunca (acaba spoiler). No la pude acabar, tuve que levantarme a beber agua; eso sí, por algún motivo morboso no bajé el volumen del televisor, pues quería enterarme del destino de la heroína.

“Buda…” cuenta la aventura de Baktay (increíble Nikbakht Noruz) para poder comprar un cuaderno que la permita ir a la escuela, alentada por su vecino, que ya está aprendiendo a leer. Baktay vive con su madre en unas cuevas, bajo el símbolo caído de Buda que los mandados talibanes destruyeron en su día, y no tiene edad suficiente, tampoco los medios, como para empezar a ir a la escuela. Makhmalbaf se sirve de este recorrido para componer un retrato antibelicista repleto de metáforas, desde la mirada de unos niños demasiado marcados por la guerra en Afganistán, que en cualquier otro lugar hubiera sido una tonta anécdota y aquí se convierte en una verdadera odisea.

Atentos al final de “Buda…”, que contiene una de las frases más impactantes del cine en años, que debería tomarse, desde ya, como toda una declaración de derechos, y que surge cuando (spoiler) el vecino de Baktay le grita, ante el simulacro de ataque de los mismos niños gamberros que instan lapidarla, “Baktay, muérete, si no nunca podrás ser libre” (acaba spoiler).

jueves, 15 de julio de 2010

OLVIDANDO EL AMOR: CICLO "LA MIRADA JAPONESA"

olvidando el amor shimizu mitsuko mito aoki fundación japón pequeño cine estudio Muy interesante la propuesta de Fundación Japón (http://fundacionjapon.com/) que, enmarcada dentro del ciclo “La Mirada Japonesa” proyectó ayer por la tarde una preciosa película del olvidado Hiroshi Shimizu (en la foto): “Olvidando el amor” (Koimo wasurete, 1937), siendo el de ayer su segunda proyección en España, casi como un reestreno, pero en plan familiar. El encuentro tuvo lugar en el Pequeño Cine Estudio, apostando siempre por el riesgo en su programación, y al que acudieron no pocos interesados en saber un poco más sobre esta vieja gloria del cine japonés, que fue maestro (y muchos ya lo han olvidado) del mismísimo Ozu.

Antes de la proyección habló el profesor Lorenzo Torres de la Universidad Juan Carlos I (él mismo se encargó de seleccionar las dos películas que han formado parte de este ciclo en julio) y dio una gran cantidad de información y detalles sobre “Olvidando el amor” y su director: insistió en la verdadera revolución a contracorriente de su cine con esos planos cortos que instauraron pautas modernistas en el cine japonés cuando todo era austeridad compositiva; señaló además las más de 166 películas que forman parte de la filmografiá de Shimizu, la mayoría de ellas mudas, la sencillez de sus historias, siempre cercanas y representativas de vidas cotidianas (no hay más que ver los eclécticos carteles de sus películas más conocidas, como Nobuko (1940) o Children in the Wind (1937); así como la aparición en la película de Mitsuko Mito, la misma que emocionara con su papel de mujer del alfarero en la obra maestra de Mizoguchi, Cuentos de la luna pálida de agosto (Ugetsu Monogatari, 1953).

“Olvidando el amor” cuenta la historia de Yuki, una mujer que, para poder dar una vida digna, estudios y manutención a su hijo Haru, se prostituye en un hotel de la costa. La historia es simple pero con algunos secretos encontrados durante la trama (para aquellos que la hayan visto, quizá (spoiler) el guardián contratado por la madame del hotel sea el padre de Haru por como actúa cuando está con ella y más que nada por que en tres ocasiones en la película insiste en decir que el dinero que le a Yuki no es para ella sino para la educación de Haru (acaba spoiler)). Destaca también la inmensa fotografía, de Isamu auki, que llena los espacios de neblina romántica, y que, además, encuadra inteligentemente con los decorados que construyen la ciudad costera en la que malviven los protagonistas. Auki ya colaboró con Shimizu en Arigatô-san (1936) y Wakadanna haru ranman (1935).

sábado, 10 de julio de 2010

CINE Y TEATRO: "Ensayando Querelle" en teatro Karpas

teatro karpas querelle fernando presas charo bergón Anoche asistimos a la primera función de la atrevida obra "Ensayando Querelle" en el magnífico teatro Karpas, en Madrid, en la calle Santa Isabel,19. Ya he hablado alguna que otra vez por aquí de esta compañía, que realizó ya hace un año la trilogía lorquiana de tragedia. Y siempre que puedo vuelvo a visitar el teatro, porque me gusta su cercanía, y ayer me acerqué, no sólo para poder ver escenificada la tórrida historia de Querelle sino para ver como se las gastaban los actores que hasta ahora sólo había visto interpretar a Lorca.

Claro, con algunos lapsus , seguramente por ser el día del estreno, pero aún así me sorprendió la versatilidad y la veracidad con la que sabían discernir entre realidad y ficción. "Ensayando Querelle" no en sí la obra homoerótica del dramaturgo y poeta francés Jean Genet (inmortalizada en la pantalla por R. W. Fassbinder) sino el ensayo de esta obra por parte de una compañía de teatro. Asistimos por tanto a este ensayo capitaneado por una antigua gloria de la platea y sus antiguos y nuevos compinches, las discusiones personales e impersonales que afrontan en cada ensayo, sus inseguridades y finalmente el insospechado desenlace.

En "Ensayando Querelle" se repasan las escenas más calientes de la obra de Genet, y seguramente haga falta conocer la obra para llegar a comprender un poco del guión por el que apuesta el Karpas; pero también es verdad que la trama propia que cuenta la historia del marinero Querelle no es la línea principal de "Ensayando Querelle" sino una mera excusa para poner en tela de juicio la valía actoral de los personajes y sacar a la luz los trapos más sucios de sus personalidades.
Hablemos de Querelle. "Querelle de Brest" (1947) es quizá la obra más conocida por los sibaritas de Genet, que por otro lado, fue muy poco pródigo en el cine (hay que hacerse con una copia de "Un chant d'amour" pero ya, una delicia de corto escandaloso y estúpido, pero de una belleza plástica sublime). Más tarde, el director alemán Fassbinder, creador de otras fantasías gay en la pantalla como "La ley del más fuerte" (1974) adaptó al cine libremente la obra de Genet y convirtió a Querelle en un icono homosexual, dotándolo de cierta sensibilidad femenina al macho más macho, a la figura del marinero corpulento capaz de dejarse ganar en una partida de dados para disfrutar de otros placeres, y a la par servir, dicho sea frívolamente, para que en un futuro Jean Paul Gaultier robara la estética de la película de Fassbinder para retenerla como marca de la casa (esos anuncios del perfume con forma de marinero, de un vidrio especial diseñado por él mismo).

Y acabo ya. "Ensayando Querelle" va a estar hasta este domingo, en cuatro únicas funciones (http://www.karpasteatro.com/), y con entrada a través de http://www.atrapalo.com/ con la que puedes ahorrate algunos euros, me parece que es una buena idea para acercarse al universo de Genet y disfrutar del teatro Karpas y de sus actores, en especial, Fernando Presas y Charo Bergón.

martes, 6 de julio de 2010

ORGULLO Y PREJUICIO

Nunca me ha gustado la palabra “orgullo”, porque como expresión lleva implícito un irremediable sentido negativo, y como estado nunca me ha permitido (y nunca lo hará) formar parte del conglomerado social sino todo lo contrario, es decir, a subrayar con más fuerza los diferentes estratos que nos separan ideológicamente.

Este fin de semana pasado, entre purpurina, música disco-cachonda, carnaza y musculocas, se celebró el final del orgullo gay (y coletillas), que ahora ya se reconoce como simplemente “orgullo”. Y parece ser que otro año más, gracias a las pocas virtudes que demuestra (demostramos) la pandilla para lograr la normalización y homogeneización, volvemos a estar más lejos que nunca de la igualdad que demandamos. Me entristece ver como por culpa de una visión exagerada de la forma, y del trato nefasto del continente, damos pie a que cadenas como la (no tengo adjetivos, lo siento) Intereconomía pueda cebarse con el contenido, presentando un año más un anuncio que reza en su tramo final “364 días de orgullo de la gente normal y corriente”. Justamente la justicia ha metido mano y la multa no ha tardado en llamar a su puerta.

No deberíamos usar la libertad actual para olvidar lo que realmente importa. Bien es verdad que ahora todo es si cabe más fácil que hace treinta o cuarenta años, también más visible y aceptado, pero aún quedan cabos sueltos y estos cabos son tan finos que no podemos atarlos tan a la ligera. Festejemos, sin cesura, claro, pero con control, y ataquemos el prejuicio ya no por la vía del orgullo sino por la vía de los derechos.

Anoche descubrí, y voy a hablar de cine que es lo que toca, la interesantísima “Johan”, de Phillippe Vallois, de 1976, considerada la primera película de temática homosexual francesa; con escenas en su momento (e incluso ahora) escandalosas, que fueron censuradas y eliminadas de la versión íntegra. “Johan”, que muestra el comienzo de la visibilidad gay en el París de los 70, a modo de diario más o menos autobiográfico, alterna sabiamente la vertiente “normal” de la reivindicación (la madre de Phillippe se dirije a la cámara de modo muy familiar, cercano al espectador, para hablar con total libertad con su hijo sobre su opción sexual), y la vertiente transgresora (secuencias de fisting y masturbación; por otro lado, prácticas no exclusivas del sexo gay). Y aquí fue cuando realmente caí en la cuenta, y a modo de moraleja final que, en el camino hacia la igualdad, la transgresión ha quedado obsoleta, por ejemplo, gritar ante una cámara de televisión barbaridades (aún con razón) sobre la iglesia ya no es una revelación sino que es contraproducente. Quizá ha llegado el momento de una revolución más controlada, de modo que, nuestro propio sensacionalismo no impida romper por completo las cataratas de las que aún adolece la sociedad.