martes, 17 de febrero de 2009

CRÍTICA: Slumdog Millionaire

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¿La mejor película de la década? Esto es lo que rezan los miles y miles de carteles que se han distribuido por todo el largo y ancho de Madrid publicitando “Slumdog Millionaire”. Saturado de tanto bombo, por las increíbles críticas que había escuchado (a medias pues siempre dejo hueco para la sorpresa) y por el pasado cinematográfico del director Danny Boyle (Trainspotting) decidí ir ayer al cine. Tengo que decir que ya lo intenté el fin de semana, y en dos cines, en los imposible-de-entrar Ideal y en los casi-imposible-de-entrar Princesa de la Plaza de los Cubos. Y no conseguí entrada, aún yendo con dos horas de antelación. Mi desesperación corría en aumento intentando alcanzar la creciente curiosidad que me daba esta película.

Al salir me pregunté: ¿cómo podemos consentir que jueguen así con nosotros, al menos, comercialmente? .Menos mal que nunca me creí ese rótulo en rosa, donde aparece una imagen que no se llega a ver en la película, no tanto como para ir el viernes pasado, día real de su estreno en pantallas, pero sí lo suficiente como para esperar un producto notable e intentar ir al cine lo antes posible. Uff, esta película no es para nada mala pero dista mucho de ser lo mejor de la década.

En el mismo tono, corte de montaje, ritmo hilarante y personajes al límite que la inolvidable “Ciudad de Dios” pero a miles de años luz de la capacidad de sorpresa y sugestión de ésta se encuentra “Slumdog Millionaire”. Muy bien rodada, música espléndidamente introducida y unos actores que alcanzan sus objetivos, pero…

En primer lugar, existen varios puntos inverosímiles en el guión que rozan ridículamente lo irrisorio (todo depende de la magia, que conlleva irrealidad, con que se mire el conjunto, claro está), danzando al gusto del director y que intentan salir del paso. Lo es por ejemplo (spoiler) la supuesta andanza de los dos hermano en el Taj Mahal donde, menos mal que había un par de guiris semi-idiotas para que estos niños pudieran sobrevivir del turismo, que en esa etapa de la India la estaba haciendo crecer en competitividad y en cuenta corriente. También lo son el momento en que al protagonista, solvente Dev Patel, (o más bien al guionista Beaufoy) se le ocurre decir que “él mismo es el lavavajillas” y el que nos hagan creer que, para todo aquel que ya sepa de la mecánica del concurso “Who wants to be a millionaire?”, que la pregunta final (que se supone de mayor dificultad) sea cuál es el nombre del tercer mosquetero (acaba spoiler).

Existen a su vez huecos de guión (y no hablemos también de fallos de continuidad, por mucho que sepa que este trabajo de script es complicado, sé también que una película anunciada de modo tan espectacular como esta, que tenga tantos premios y los que le quedan por obtener seguramente, tenga este tipo de errores). Por ejemplo, en un momento del interrogatorio al que el protagonista es expuesto por un policía antes de acabar con el juego, éste le pregunta cómo consiguió entrar en el concurso y seguidamente pasa al flash back correspondiente para intentar responder a esta pregunta. Y la respuesta nunca llega, se olvida de ella. El problema es que la tramposa estructura de la película prepara al espectador para una mecánica propia de realidad-flash back y entre tanto ir y venir, sin sentido, uno puede llegar a perderse. No se merece más el que más escribe sino aquel que escribe mejor.

A su favor: la historia es muy bonita, tierna y no se hace larga, las dos horas de metraje bien parecen una. Tiene escenas difíciles tratadas con mucho tacto, y otras en las que la magia de la música te hace tambalear de alegría en los pasajes más divertidos, sobre todo al principio, en la infancia del protagonista. Además, el acercarnos la historia de este país, aunque no lo haga del modo tan original en que se nos está vendiendo, hace enriquecer las miradas que occidente pueda tener para esta colonia que aún continúa hablando inglés.

LO MEJOR:
- La primer parte de la película: la infancia en Bombay (antes de ser “Mumbai”, estupendo y ácido guiño a la devastadora política histórica).
- La escena en los baños públicos.
- (Spoiler) La muerte del hermano, de modo técnico, perfectamente rodada.
- El mensaje final de la película, donde la causalidad y el destino parece que se den la mano.
- El prodigioso montaje (que no estructura de la película) y la música.

LO PEOR:
- Todo el despliegue comercial que se está suscitando. Está claro que cuando nos quieren meter una cosa por los ojos lo acaban consiguiendo.
- El listado de inverosimilitudes que antes he comentado.
- (Spoiler) La muerte del hermano, a modo personal, injustificada. Y por tanto, una artimaña del guión buscando un clímax final que, en realidad, no existe.
- Eso mismo, el final, que tan sólo se puede limitar al encuentro para siempre de los enamorados. Así de simple.

NOTA: 5

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es cierto lo que comentas, pero ya sabes que todo depende de los ojos con que lo mires. Ahora piensa si hubieses entrado a la sala sin saber nada de la peli, sin haber visto publicidad alguna, ¿te habría gustado? Quédate solo con eso. eS cierto que la publicidad agobia y se pasa a veces, pero bueno, está ahí, qué se le va a hacer. Yo lo pasé muy bien en el cine y me dejé llevar , lo reconozco. :)

Anónimo dijo...

La verdad es que yo sali del cine genial, me encanto la pelicula, la musica, las casualidades, el destino...

Ahora, por supuesto que tiene incoherencias y cosas mal hechas como tu dices. Y por supuesto, estoy muy de acuerdo en que no es una de las mejores peliculas de la decada ni por asomo.

Tambien creo que,como bien dices, cuando algo nos lo quieren vender, lo consiguen, pareciamos todos borregos en el cine... aparte de la odisea para buscar entradas que pasamos el fin de semana...