lunes, 1 de febrero de 2010

CRÍTICA: La mujer sin piano

la mujer sin piano estreno cines verdi madrid carmen machi javier rebollo san sebastianLa mujer sin piano es una mujer apática, llena de una vida que se le ha ido por la manos (y que le invade el oído a pitidos de vez en cuando), que desea llenar el vacío que sus polluelos han dejado, y que ansía regresar a la esencia de su juventud, a esos sueños que antes estaban ansiosos de quedarse sordos con la música, y, como dijo uno de los espectadores de la sala 4 de los cines Verdi, el pasado viernes 29 de enero al mismo Javier Rebollo, “que se pasea como una fusa en el pentagrama”.

“La mujer sin piano” es el último atrevimiento de ese director inteligente e insospechado, y que mima más a sus películas que a su público, que es Javier Rebollo, después de la marciana “Lo que sé de Lola”. Sí, Javier Rebollo, que se llevó el polémico premio a mejor director en la pasada edición del festival de San Sebastián. Ahora, huyendo de musas que puedan hacer sombra a su nombre, deja atrás a Lola Dueñas y atrapa por la peluca a Carmen Machi. Cómo sorprende ver a esta increíble fuerza interpretativa casi muda, después de los berridos infernales que soltaba en el cacharro televisivo nacional de “Aída”. En una composición minimalista, austera, Machi devora su papel como engulle el amor de ese polaco perdido en la vida que su personaje, Rosa, descubre una noche de elocuencia en la sala de espera de la estación sur, de Méndez Álvaro.

A mí, siendo sincero, me pareció demasiado lenta. No alcancé a detectar, como muchos en la sala apuntaron en el posterior coloquio después del estreno, que detrás del ruido de tacones, subyacente en cada corte y cambio de escena, hubiera la intención de asimilar cierta composición de Bach. Ahora sí, esta semblanza me parece muy poética, preciosa. Una lástima que, siendo yo tan inculto, me la perdiera.

Una cosa sí que saqué en claro: que tengo ganas de ver la filmografía en corto de este director, que ya para mí, forma parte de esa lista de directores naturistas, a contracorriente y totalmente necesarios en la chispa cultural española (que últimamente huele un poco a requemada), que encabeza Jaime Rosales.

LO MEJOR:
- Carmen Machi en una escena íntima y personal, ¡aquí tenemos a la Huppert española!
- El cortante final abierto… lo que para mí se completaba con un “te quiero” para otros fue todo lo contrario: la más inyecta tristeza.
- Los arrebatos musicales que asaltan un par de veces la pantalla. Muchos lo tomarán como estratagema de Rebollo para evitar que la audiencia se duerma (jajaja, risa malévola), pero para mí es como todo ruido infernal que uno escucha en su interior cuando sabe que se acerca la hora de iluminar una escena para el recuerdo.

LO PEOR:
- No hace falta contar la historia con un ritmo tan tan tan… y tan lento.
- Los saltos temporales y, sobre todo, espaciales. ¿Por qué ir de Mendez Álvaro a Lavapiés para luego bajar a Atocha? Incomprensible.
- Por mucho que Rebollo insistiera en el coloquio del viernes, Madrid no aparece nunca tan solitaria como se muestra en esta película, por muy lunes que sea el día.

CURIOSIDADES:
- El director nos aseguró que muchos de los “enigmas” y preguntas a las que la película de pie, se resuelven en un largo monólogo de Rosa (Machi), ante la cámara… y que podremos disfrutar en los extras del DVD,… cómo me gusta que jueguen con mi paciencia.

NOTA: 7/10

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