
Quizá su hazaña más conocida, tal vez odiada o no, recordada por su gran alarde de

El documental de Gordon centra su metraje en el gran mural que Ouka Leele hizo para el municipio de Ceutí, en Murcia, apoyada por su alcalde, y los vecinos, y a partir de esta anécdota se sirve para recontar, sin orden aparente, algunos pasajes de su vida (infancia, enfermedad, inicios en el arte (compañera de oficio de gente como Mariscal, Ceseepe (sí, el mismo que firmó por ejemplo el poster de la película de Almodóvar “Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón”) y Alberto García-Alix).
A partir de una fotografía poco cuidada, de escasa calidad (si bien es verdad que es encomiable el gran material de archivo rescatado), la cinta no se despliega en todos los matices que puede suscitar una vida tan interesante como la de Ouka Leele. Se echan en falta por ejemplo pasajes que recuerden su influyente mano en la movida madrileña, de la cual fue una de las protagonistas principales; tan sólo un atisbo aparece dos veces, a los pocos minutos de cinta, cuando Ouka Leele sale vistiendo un cerdito iluminado como sombrero, paseándose por una de sus primeras presentaciones de su arte, siendo observada de modo atónito por los asistentes, y “atacada” después por un admirador (que parecía recién llegado de visitar a Lucy en los cielos con sus diamantes), el rey de los guantes rojos, que pronuncia, claro está, unas palabras incomprensibles como toca en aquel ambiente contracultural de entonces.
Con todo, el documental encierra momentos mágicos: Ouka Leele entrevistándose a sí misma, y alguna que otra divagación sobre esos momentos de luz, que son aquellos que realmente se graban en la memoria de las personas; unos momentos realmente emocionantes. Otros, quizá menos afortunados, muestran a una Ouka Leele actriz, fuera de contexto, haciendo virguerías con una cámara que no la idolatra tanto como la pintura, y es donde seguramente se note más que ha participado en el montaje final de la cinta.

Para los interesados, en Madrid se proyecta actualmente en el Pequeño Cine Estudio, en la calle Magallanes, muy muy cerca de la parada de metro de Quevedo. Unos cines estupendos que arriesgan siempre por un cine poco convencional y documental (me quedé con la ganas de ver en ellos “Mónica del Raval”, de Francesc Betriu, una lástima que su tirón comercial durara apenas dos semanas).
1 comentario:
Mola la chica esta... al leer el titular de la entrada al blog he creido leer " la mirada del ukelele" ,ajajaj, digo, nos va a hablar del significado del ukelele? jejej
saludicosss
alf
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